Llevo un mes haciendo este bizcocho cada semana. En serio. Ha tenido tanto éxito en casa que se ha convertido en el protagonista de la mayoría de desayunos de esta temporada. «¿Por qué ha tenido más éxito que las magdalenas que suelo hacer?» Se preguntaba mi voz interior. Tras una pequeña encuesta casera —somos pocos en casa y el gato no cuenta, así que fue muy rápida—, llegué a la conclusión de que el bizcocho es más ligero y esponjoso, y se mantiene así durante más tiempo que las magdalenas.
Una de las desventajas que tiene vivir en Madrid es que el clima es muy seco y los bollos ligeros, con poca grasa, se endurecen enseguida. Por eso, cuanto más grande sea el bizcocho, más tiempo durará esponjoso. Al tercer día, este bizcocho sigue jugoso y tierno, mientras que las magdalenas, al ser más pequeñas, al segundo o tercer día empiezan a estar secas. (Truco: congelarlas el primer día e ir sacando las únicamente las que vayáis a comer. De nada.)
Como veréis en la receta, es muy ligero porque lleva muchas claras de huevo, la grasa se reduce a un par de yemas y un poco de aceite, y el sabor principal se lo da el zumo de naranja junto con la ralladura de limón. El resultado es muy fresco, gracias a los cítricos. Es ideal para el desayuno o para la merienda, con un buen zumo natural de frutas.
He de confesar que otro motivo por el que siento debilidad por este bizcocho es que me recuerda a los queiques que siempre tenía mi abuela en casa. Food is memories, decían en una preciosa película y es cierto. Los olores, los sabores nos trasladan a épocas y lugares sin darnos ni cuenta. Cuando preparé este queique por primera vez volví a casa de mi abuela durante un momento, se me puso esa medio sonrisa de morriña y… bueno, ya es hora de que os dé la receta ¿no?
Espero que os guste tanto como a mí.
Bizcocho ligero de naranja y limón, sin lácteos
Raciones: 6-8
Tiempo de preparación: 1 hora
Dificultad: fácil. Para cocinillas a quienes les gusten los bizcochos esponjosos y el sabor cítrico
Ingredientes
- 5 claras de huevo, a punto de nieve
- 165 g de harina, tamizada
- 130 g de azúcar moreno, molido
- 2 cucharaditas de levadura
- 2 yemas
- 60 ml de aceite de girasol
- 110 g de zumo de naranja natural
- la ralladura de un limón
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de azúcar con jengibre y naranja (opcional)
Instrucciones
- Precalentar el horno a 180º C.
- Poner las claras a punto de nieve y reservar.
- Mezclar todos los ingredientes secos en un bol grande.
- Hacer un hueco en el medio y añadir las yemas, el aceite, el zumo de naranja y la ralladura de limón. Mezclar bien hasta que sea una masa uniforme, que no queden grumos.
- Añadir las claras a punto de nieve poco a poco e ir removiendo para integrarlas. (Lo de poco a poco va en serio, si lo mezcláis a lo bestia os arriesgáis a que el bizcocho no quede esponjoso). Ha de quedar una masa clara, homogénea.
- Engrasar y enharinar o empapelar un molde. Yo prefiero forrarlo con papel de horno, así nunca se me pega. Podéis utilizar un molde rectangular o uno redondo con agujero en el medio.
- Verter la masa en el molde y, si quereis, espolvorear un poco de azúcar por encima antes de meterlo en el horno. Yo utilizo un azúcar con naranja y jengibre que le va muy bien (es de Lidl, pero es muy fácil de hacer en casa, sólo hay que triturar ralladura de naranja con azúcar moreno y una cucharadita de jengibre molido). El azúcar por encima le dará un toque extra dorado al bizcocho y una costra deliciosa.
- Hornear durante 45 minutos a 180º C.
- Desmoldar y dejar enfriar antes de probarlo.
Notas
- Si no podéis hacer zumo de naranja natural, podéis utilizar zumo envasado que no tenga azúcar añadido.
- Se puede utilizar azúcar blanco en vez de moreno.
- No es necesario moler el azúcar, pero el resultado queda más fino. Yo utilicé un molinillo de café.
- Es importante que no abráis el horno antes de tiempo. Si lo hacéis, os arriesgáis a que el bizcocho se baje. A menos que veáis que se está quemando, no abráis el horno antes de que hayan pasado 40 minutos.
- Si dudáis si está cocinado o no, pinchadlo con un palillo metálico. Si sale limpio (y el exterior está dorado), es que ya está listo.
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